lunes, 31 de octubre de 2011

INTRODUCCIÓN

A nivel comunicacional podemos decir que el habla es el retrato de cada uno de los individuos pertenecientes a la misma lengua. En el habla entran más variantes que en la lengua, nos encontramos no solamente con variantes fónicas, sino también terminológicas y hasta con variantes de significación en palabras concretas.

En Venezuela, la lengua es para nuestros habitantes un patrimonio propio que enriquece y remueve de acuerdo con sus necesidades, el vocabulario o léxico.  Además, hay que tener presente que al hablar intervienen normas que pertenecen al sistema general del español y normas que pertenecen al sistema social.

En el trabajo que se presenta a continuación se determina todo lo relacionado a la lengua española utilizada como idioma en Venezuela, la forma de hablar del venezolano y las características fonológicas que definan y caracterizan cada zona en Venezuela, pero antes realizaremos un resumen de todo lo referente a la lengua, el habla, y sus variaciones, características dialectales y normas que rigen el habla.


El español es la lengua oficial de Venezuela aunque comparte este privilegio con las lenguas indígenas. En este sentido, la Constitución de 1999 en su artículo 9, expresa:

El idioma oficial es el castellano. Los idiomas indígenas también son de uso oficial para los pueblos indígenas y deben ser respetados en todo el territorio de la República, por constituir patrimonio cultural de la Nación y de la humanidad. (26)

Este artículo prevé legalmente como ha sido designado para las funciones administrativas y de gobierno en todo el territorio nacional, las lenguas tanto la castellana como la indígena. Además, son las lenguas usadas instrumentalmente en la educación de todos los niveles y es también materia de estudio escolar en la comunidad que corresponda según el caso. Por otra parte, el español también se usa en la comunicación del país con otras naciones.

El idioma español puede considerarse también como un símbolo de la identidad nacional para un sector significativo de la población venezolana. Forma así parte constituyente de la nacionalidad, paralelamente a su cultura polifacética, a su historia y a su religión. Sirve ampliamente para la comunicación cotidiana, pero también es la lengua que une a los venezolanos con su pasado.

La variedad venezolana se constituye como un dialecto del español de América. Según Rosenblat (1989), expresa que Venezuela pasó por un lento proceso de estructuración territorial y de autonomía jurídica, económica y política. Ese proceso de integración dio origen a la conformación actual del país, se cumplió en varias etapas y culminó en septiembre de 1777 cuando, mediante una Real Cédula de Carlos III, se creó la Capitanía General de Venezuela y de allí comienza el proceso real de configuración de lo que hoy conocemos como Venezuela. Es probable que esas lentas etapas  ocurridas para llegar a la  unificación político – territorial y la poca relación y comunicación que hubo entre las distintas provincias tuviera consecuencias también en el plano lingüístico.

De igual forma, a lo largo de los años las corrientes que inmigraron provenientes de Portugal e Italia ejercieron influencia en el español hablado en Venezuela, tanto por lo que ha innovado como por lo que ha conservado se ha alejado bastante del de España y de las variedades de otras regiones hispanoamericanas, por lo cual se podría afirmar que tiene fisonomía propia, estilo propio, en el ámbito general del español americano. En este sentido, hay que señalar que el proceso histórico y sociocultural venezolano tiene elementos comunes con otras regiones americanas, pero existen asimismo, elementos diferentes que se reflejan en la manera de ver al mundo, en nuestra idiosincrasia y, por lo tanto, en nuestra manera de hablar y en el ámbito lingüístico en general.

Por otro particular, el español de Venezuela no corresponde a una única área dialectal. Autores como Henríquez Ureña (1921), Rona (1964) y Rosenblat (1989), entre otros; inclusive este último con su fino humor característico dijo: “En realidad hay dos Venezuelas: la de la panela y la del papelón”. Por lo tanto, coincide al señalar que Venezuela pertenece a dos zonas claramente diferenciadas: una andina y otra caribeña. Los estados andinos (Mérida, Táchira y Trujillo) presentan rasgos lingüísticos coincidentes con las demás regiones andinas del continente. El resto del territorio venezolano concuerda en sus usos con las regiones hispanohablantes de la zona del Caribe.
Agregado, a esta gran división de dos áreas dialectales citadas anteriormente, se han hecho otras clasificaciones por diversos autores, entre ellos: Lisandro Alvarado (1929), Obregón (1981) y Páez Urdaneta (1981), quienes coinciden en distinguir otras áreas desde el punto de vista lingüístico. Por otra parte, más recientemente Mora (1996), hace una clasificación basada en la entonación. Esta autora explica que:

El índice de variabilidad melódica, referido al mayor o menor número de fluctuaciones de variaciones melódicas en la emisión, permitió distinguir, por un lado, el dialecto de los Andes de todos los demás dialectos por presentar una curva con menos fluctuaciones tonales, definiendo así cinco zonas dialectales: región Central, región de los Llanos, región Zuliana, región de los Andes, región Sub – Oriental.

A tal efecto, las clasificaciones antes mencionadas ponen de manifiesto la existencia de diferencias dialectales. Estas discrepancias sirven para caracterizar lingüísticamente el español hablado en Venezuela y mostrar las peculiaridades del habla de cada región, contrastándola con las otras. En la actualidad, la diferenciación dialectal puede estar siendo mitigada por la acción uniformadora de los medios de comunicación y por la continua movilidad poblacional, especialmente por los desplazamientos de los moradores del campo hacia las zonas industrializadas y el centro del país. Igualmente, los medios dominan el ideal de lengua, un español desprovisto de regionalismos, aunque estos mismos medios son también responsables en cierta medida de la difusión de lo regional.

De tal manera que, la diferenciación lingüística se materializa en rasgos fonético-fonológicos, morfológico-sintácticos y léxico-semántico propios y caracterizadores de cada comunidad territorial, de cada grupo social o generacional. Sin embargo, más allá de esta realidad se impone la unidad sustentada en una base común que no es otra que la lengua española.

En relación al aspecto léxico-semántico, referido como un elemento diferenciador de otras modalidades del español por varios aspectos, entre ellos los cambios de léxico resultan ser los más perceptibles y caracterizadores,  estos se producen cuando una misma palabra adquiere nuevos significados, unas veces prescindiendo del anterior y otras manteniéndolo, con la creación de derivados desconocidos en otras latitudes y con la incorporación de nuevos términos. Conviene destacar que en Venezuela el léxico es numeroso y podría ampliarse aún más si se incluyeran más términos regionales y de la técnica, según el Diccionario de Venezolanismos (1993) recoge 4.930 términos. Pero, además, hay que tomar en cuenta no sólo la palabra sino las distintas acepciones, pues cada acepción constituye una creación que tiene otro comportamiento.

De tal manera, por ejemplo: La palabra botar ha adquirido veintiún significados nuevos que se desconocen en el español de España, y probablemente de otros países de Hispanoamérica. De ese mismo verbo se ha formado un adjetivo: botado. En cuanto a la incorporación de términos, hay muchos de origen indígena, como coroto, casabe, arepa, mapire, que se usan en todo el país, y también otros de origen africano, como bululú, chimbo y bemba, que son característicos de nuestro castellano. Igualmente, la creatividad popular, la mayoría de las veces haciendo gala de la fantasía y del recurso de la metaforización, crea términos nuevos de gran expresividad, como musiú, sifrina, empate, fustanero, broma, entre otras. En definitiva las palabras son marcas de identidad, identifican y diferencian a los hablantes debido a que refleja la naturaleza, la historia, las costumbres y, sobre todo, la manera de cómo una comunidad se percibe así misma y de aquello que la rodea. No se puede hablar del léxico del español de Venezuela sin decir que tiene una fisonomía propia, que se ha ido conformando durante siglos, y su formación ha sido consecuencia de desarrollos diversos, tanto lingüísticos como sociohistóricos. Estos momentos de desarrollo del léxico, a grandes rasgos son dos: El primero comprende la base hispánica inicial, incorporada durante los períodos de la conquista y la colonia. En algunos casos, las voces de origen hispánico se han conservado en Venezuela a diferencia de la Península donde han desaparecido; en Venezuela tal es el caso de los llamados “arcaísmos”; el aporte de las lenguas indígenas, el cual contribuye a la diferenciación regional y local, aún cuando hay un léxico de origen indígena que es empleado en todo el territorio; un grupo de voces de procedencia africana, igualmente diferenciador. El segundo momento, incluyendo el presente, en el cual se producen, por una parte, las creaciones idiosincrásicas: derivados, compuestos y neologismos y por la otra, los préstamos de otras lenguas, especialmente del inglés durante el siglo XX y del francés en los siglos XVIII y XIX.

De tal manera, la diferencia léxica se hace presente a través de todo el territorio venezolano, sobre todo en los campos de la alimentación, la vida cotidiana y el trabajo, debido a la situación de aislamiento de las zonas, las divisiones territoriales, el sustrato indígena, el origen de los pobladores y las oleadas de inmigrantes y los centros de cultura que hayan existido o existan en la zona. Adicionalmente, la diferenciación está en permanente juego con el influjo unificador de un léxico general que proviene de la región capital. Así el habla de Caracas ha constituido en gran medida la principal norma en relación al léxico, sustentada en el hecho de que Caracas es la ciudad sede de los principales medios de comunicación de difusión nacional. Por tanto, la capital de la República ha ejercido una supremacía impositiva en cuanto a las denominaciones de las realidades.
Por otra parte, el sistema fonético-fonológico del español venezolano en relación con el sistema vocálico depende del grado de abertura (tamaño del espacio comprendido entre el paladar y la lengua por donde discurre el aire) y en la localización (dirección de la masa lingual hacia la parte anterior y posterior de la boca). Tal sistema se ha clasificado según su abertura en abiertas (a), media (e) y (o), cerrada (i) y (u) y según la localización en anteriores (i) y (e), central (a), posteriores (u) y (o). Por tanto las realizaciones fonéticas de cada uno de esos fonemas que hace el venezolano de dos vocales contiguas que según la gramática, no forman diptongo, sino que pertenecen a silabas distintas, se distinguió dos grupos: el primero formado por dos vocales de igual timbre y el segundo formado por dos vocales de diferente timbre. Por ejemplo: mohoso, lee, pasee; lo mismo ocurre entre palabras: he hecho, otro oso. Ahora cuando se trata de vocales de timbre diferente, hay dos tratamientos distintos según el encuentro vocálico se dé en la palabra o entre palabras. Por ejemplo: nú-cleo por nú-clio, lí-nea por li-nia, toa-lla por tua-lla.

En cuanto a los fonemas consonánticos las realizaciones en este nivel son caracterizadores por el seseo y el yeísmo. El seseo ocurre cuando hay ausencia del segmento interdental sordo, por lo tanto, al pronunciar caza y casa ni coser y cocer no se oponen. En Venezuela hay zonas ceceantes, es decir que pronuncian una ápico-dental, sobre todo en la región de Oriente y Llanos.

El yeísmo, por su parte, consiste en la ausencia del segmento lateral /ʎ/ dentro del inventario de  fonemas del español de Venezuela. Encontrándose diferentes realizaciones de /j/ según la fuerza articulatoria del hablante en el momento de la elocución. Además, el polimorfismo de la pronunciación de la y [que] es un rasgo hispánico casi universal Mosonyi (1971, p. 46).

En relación con la morfología, cabe destacar que es general en todo el territorio venezolano el uso del diminutivo -ito/a (carrito, casita, niñita), excepto cuando la silaba precedente comienza con “t”, entonces se usa -ico/a (patico, pelotica). Así mismo, los aumentativos -ote/a y on/ona (carrote, casota, grandote, familión, trabajón), el despectivo -ucho/a (casuchas, medicucho) y el atenuativo -oso/a (intelectualoso, maloso, trabajoso).

Comunes en todo el ámbito venezolano son también algunos usos característicos en la sufijación (Chumaceiro, 1998, p. 53), cabe señalar los siguientes empleos: un derivativo como mentazón, carramentazón, piedramentazón que, por su conformación morfológica, pareciera ser privativo de Venezuela; otros de origen patrimonial, pero que en Venezuela han sufrido una extensión o cambio de su significación primaria, como -azo, ero, como en realero, -era, para indicar intensidad como en bebedera, loquera, moridera; aquellos sufijos que han caído en desuso en otras regiones del mundo hispánico, pero que en Venezuela han mantenido o recuperado su vitalidad y productividad, -il en reporteril, bomberil y menta, como en tierramenta; sufijos utilizados en otros dialectos del español pero en que la variedad venezolana se caracteriza por su alta productividad y formación constante de derivados, entres ellos destacan: -aje, en malandraje, aguaje, perraje, -al en cambural, gamelotal, platal; -azo en tubazo, matracazo; -ear en jamonear, matraquear, cobear, ningunear; y -eria como en pavosería, tracalería, pavería.Coloquialmente, el adverbio ahora se emplea en forma diminutiva, con diferentes valores temporales: ahorita voy, lo hago ahorita, llegó ahorita.

Mosonyi (1971, p. 145) señala en cuanto al sistema pronominal se observa el uso generalizado de ustedes como plural de tú. Por otra parte, con excepción de las zonas de voseo y en la andina, donde usted es la forma preferida, está generalizado el empleo de tú y en las relaciones informales con amigos y hasta con desconocidos. El pronombre uno suele usarse en su forma masculina, aun cuando lo emplee una mujer: él gana menos que uno, ella no piensa como uno.

En el habla coloquial venezolana el pronombre que relativo se generaliza como forma única de relativo: tengo un amigo que su hijo está enfermo, en vez de tengo un amigo cuyo hijo está enfermo; la mujer con que salí es bella por la mujer con quien salí es bella. Usual en nuestro país es el mal llamado “que galicado”, por ejemplo allí es que yo vivo, en vez de allí es donde yo vivo; así es que se hace por así es como se hace.

Muy extendido también está el empleo de la construcción plural se los, en lugar de se lo como en se los advertí con tiempo, se los dije, entre otros. Asimismo es frecuente el uso del adjetivo posesivo que se pospone al sustantivo, como en la hermana mía, el carro tuyo y, en algunos casos el sustantivo va seguido de un sintagma compuesto por la preposición de y un pronombre personal, como la casa de ustedes, el hijo de nosotros.

Otros rasgos generales del español venezolano son la anteposición del adverbio en construcciones como más nadie, más nunca. Otro uso característico del país es el uso del ahí como marca discursiva de consenso, como dame un cafecito ahí, estuve bailando ahí con un primo.

Hay notable variación en el uso preposicional como en expresiones no me acuerdo (de) la fecha, (a) mi mamá le daba pena, la muchacha (a la) que visité ayer. Asimismo se da la presencia de elementos (respecto al uso normativo) como en creo de que el gobierno sabe lo que hace y la sustitución de preposiciones canónicas por otras que no lo son: quedaron de (en) verse.

Además, hay que tener presente que al hablar intervienen normas que pertenecen al sistema general del español y normas que pertenecen al sistema social (en este caso venezolano). Esta conjunción, necesariamente, va a determinar la formación de rasgos propios del español que hablamos en Venezuela, estos rasgos no pudieran ser específicos de nuestra habla, sin embargo, la frecuencia de uso de la significación que adquiere en determinados contextos nos permite considerarlos tales como, por ejemplo, el sufijo del superlativo-istmo(a) en otros países es propio de un estilo muy formal y, por supuesto, de baja frecuencia en Venezuela, cheverisimo, buenísimo, rapidísimo, se oye en todas las situaciones y en todos los extractos sociales.

De lo anterior se desprende que el habla español venezolano tiene particularidades regionales que se distinguen por rasgos lingüísticos que son característicos de cada zona del país, es decir aquellos que corresponden a la diferenciación dialectal. Dichos rasgos en algunos casos, pueden correlacionarse  con variables de tipo socieducativo, generacionales, situacionales, entre otras. Esta correlación pone en evidencia lo complejo de los andamios lingüísticos que se hace evidente entre los venezolanos.

En cuanto a las particularidades regionales, Obediente (1998, p. 17), argumenta específicamente en relación a la región de los Andes es que “existe diferencia del resto de Venezuela es por la no velarización de la nasal implosiva mientras que en la mayor parte del territorio venezolano la nasal en posición posnuclear se realiza como [η], sobre todo ante vocal y pausa”.

La región de Oriente, y en menor medida, la de los Llanos se caracterizan por la neutralización de /-r/ y /-l/, a veces con pronunciación vibrante de /l/ como en cardo por caldo a veces la pronunciación lateral de /r/ como en alte por arte.

En la región Central se observa la anteposición del pronombre sujeto que acompaña un infinitivo, especialmente con verbos pronominales, como por ejemplo: al él sentarse, sin tú querer, para tú ir al cine necesitas pedir permiso, para yo venir temprano, entre otros.

También conviene destacar que en la región de Zulia, Mérida y Trujillo son voseantes; se usa vos para la intimidad y cercanía social o generacional. Sin embargo, la conjugación de los verbos es diferentes en las regiones, en Maracaibo se dirá vos tomáis, vos comisteis, vos viviréis, mientras que el voceo andino corresponde la terminación: vos tomás, comiste, vivirés. En general el voceo en Venezuela es un fenómeno occidental que es distinguido con facilidad entre voceo zuliano y voceo andino. En tal sentido, es Páez Urdaneta (1981), quien sustenta con lo siguiente:

El voseo en Venezuela es un fenómeno occidental. Como no es uniforme en cuanto a sus formas verbales, la intensidad y circunstancias de su uso, en él se hace posible la distinción entre voseo zuliano y voseo andino. El primero se extiende a lo ancho del Estado Zulia, parte del Estado Trujillo (con inclusión de las ciudades de Trujillo y Valera), y de manera imprecisable en las regiones de los Estados Lara y Falcón limítrofes con el Zulia. El voseo andino se extiende a lo largo de los Estados Táchira, Mérida, parte de Trujillo y sur del Estado Lara. El resto del país es intensamente tuteante y los mismos estados andinos son predominantes ustedeantes. (p. 90)

Con respecto a las zonas llaneras la modalidad hablada está referida a un léxico aborigen producto de la fusión de ambos idiomas. La letra s se aspira, así se tiene: “¿ Vah a arriá el gana’o?. Hi”. También se aprecia la omisión de la R en el infinitivo, por lo cual son comunes expresiones como: ventiá, soplá, aserrá, ordeñá, entre otros.

Añadido a lo anterior es muy frecuente el empleo de barbarismos, como haiga en lugar de haya; entoje, en lugar de entonces; mafien, en lugar de más bien; estrasnocho en lugar de trasnocho, entre otros términos. Asimismo, se suele acortar el lenguaje hablado, utilizando apócopes con mucha frecuencia. De esta manera existen varios ejemplos: fresco por refresco, prof por profesor, compu por computadora, porfa en lugar de por favor, etc.

Conviene destacar que en Venezuela, como en cualquier otro país hispanohablante, hay normas habituales en lo que al uso del español se refiere. Las normas varían en primer lugar dentro de cada zona dialectal considerada. Se trata de normas regionales que, en buena medida, son el resultado de la historia económica, social y cultural de la región. Así mismo, estas normas se ven completadas por las asociadas a la situación comunicativa y, en función de ésta, al registro empleado. Se suele señalar que los cambios de registros entre una situación y otra no son radicales. Cualquier hablante posee un repertorio más o menos variado de registro en función de la situación en que se encuentra. Un venezolano oculto, por ejemplo, puede emplear en una conversación coloquial expresiones como vengo llegando; mi hijo llegó fue de madrugada, pero seguramente no las dirá en un dialogo formal.

Por consiguiente, en cada comunidad hay un sistema tácito de reglas que definen los usos lingüísticos, este sistema constituye la norma. Este es, si se quiere, un ideal de corrección que tienen los hablante y, aunque es una abstracción, se acerca a las formas de hablar de los grupos que ocupa una posición privilegiada en el espacio social; pues sus variedades tienen prestigio aun entre quienes no las tienen como propias pero que forman parte de la misma comunidad de habla.

Puede decirse que como en el caso de todas las lenguas mayoritarias, el español es una lengua estandarizada, es decir, codificada: existen normas para su uso “correcto”. Hay gramáticas y diccionarios que describen el uso general, ampliamente aceptado. Quizás, a veces, el modelo de las gramáticas de la lengua general se ajusta mal a las variedades que se hablan en las distintas regiones.

En definitiva no hay una norma única de conexión en español. En Hispanoamérica la norma tampoco es homogénea. Esta pluralidad de normas ha existido desde los comienzos de la lengua y además está relacionada con los factores sociales.    La norma lingüística, como es sabido, tiene fundamentalmente una dimensión social, puesto que son los grupos sociales los que determinan que ciertas variantes lingüísticas sean aceptadas o estigmatizadas. Es por esto por lo que la norma se convierte en una convención valorada socialmente. En este sentido, es obligado pensar que habrá pluralidad de normas lingüísticas en el territorio hispanoamericano; esto es, que existen diferencias fonéticas, morfosintácticas y léxicas que tienen distinta repercusión en cada país; diferencias que componen distintas normas lingüísticas incluso en el interior de cada nación y que cuentan con centros de difusión que expanden esas normas.

CONCLUSIONES

El contacto del español con los pobladores de Venezuela trajo como consecuencia la penetración de un conjunto de voces que conforman la riqueza lingüística de los venezolanos. El español ha adquirido, en América características propias, pues en el paso de la lengua de un espacio a otro, el español ha alcanzado consolidación, desarrollo y fisonomía propia.

Las diferencias léxicas del español de Venezuela con respecto al de otros países se encuentra en los términos más específicos cargados de matices expresivos y no en los términos genéricos, que están desprovistos de expresividad. Aunque hay algunas palabras típicamente venezolanas que pertenecen al lenguaje estándar, la lengua formal de las personas cultas es casi similar a la de los cultos de otros países de habla hispana.

            En este sentido, el léxico del venezolano es entonces un importante marcador de identidad que cumple una doble función: i) diferenciadora, por una parte, en tanto permite distinguir a los venezolanos de otros hablantes de español e incluso, dentro del propio país  hace posible ubicar a los hablantes de acuerdo con la región geográfica a la que pertenece; ii) unificadora, por la otra, ya que nos identifica como una comunidad lingüística con carácter y fisonomía propios.

            Con los señalamientos anteriores se desprende, el repertorio venezolano se caracteriza destacando que: i) por una parte es innovador y creativo; por la otra, conservador; ii) con abundancia de términos genéricos; iii) con preferencia a la expresión figurada, a la hipérbole, al barroquismo expresivo e incluso al humorismo.

            Por otro particular, es importante destacar que para conocer una lengua y sus variantes conviene correlacionar los rasgos lingüísticos con su distribución geográfica. El español de Venezuela no corresponde a una única área dialectal sino una gran división debido a que autores, unos como tierras altas y tierras bajas; otros las diferencian como la zona andina y la zona caribeña; otros según los distintos niveles de registro tonal y variabilidad melódica.

En definitiva, las clasificaciones que puedan hacer estos autores permiten caracterizar lingüísticamente el español hablado en Venezuela y mostrar las peculiaridades del habla de cada región, contratándolas con las otras. Solo queda decir que el venezolano, con su modo de hablar busca sorprender la imaginación de su interlocutor y dar así tanto muestra de su ingenio como de su buen humor.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Alvarado, L. (1921–1929). Obras completas. Caracas: Ministerio de educación.

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Nueva Constitución. Edición Definida Corregida según Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5453 del 24 de marzo.
Chumaceiro, I. y Alvarez, A. (2004). El español, lengua de América. Historia y desarrollo del español en el continente americano. Colección Minerva N° 25. Editorial CEC, S.A.

Diccionario de Venezolanismos (1993): Tomo I – III. Dirección y estudio preliminar de María Josefina Tejera, Caracas, UCV. Academia Venezolana de la Lengua.

Henríquez Ureña (1921). Observaciones sobre el español de América. Revista de filología Española, p.8, 357.

"Española, Lengua", Enciclopedia Microsoft® Encarta® 99. © Microsoft Corporation 1993-1998.

Mora E. (1996, 1997). División prosódica dialectal de Venezuela. Omnia, 3, 2:93-99.

Mosonyi, E.E. (1977). El habla de Caracas. Estudio lingüístico sobre el español hablado en la capital venezolana. Estudio de Caracas, 6, V. Caracas: Universidad Central de Venezuela.

Obregón H. y Serrón S. (1981). "Las investigaciones dialectológicas
en Venezuela", págs. V-XII y 3-200.

Páez U.  (1981). Historia y geografía hispanoamericana del voseo. Caracas: La Casa de Bello

Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Madrid

Rona, J. P. (1967). Geografía y morfología del voseo. Porte Alegre

Rosenblat, A. (1984). Estudios sobre el habla de Venezuela. Buenas y malas palabras, 4 tomos. Madrid: Edime










Creadores del blog:
Fabricio zambrano
Kristian zambrano
carlos pereira